Tu peluquero, ¿es republicano o de derechas?.

Cuentan las crónicas que al final de la segunda república la sociedad civil se encontraba tan dividida que si eras republicano ibas a comprar a las tiendas de republicanos, en tus ratos de ocio ibas a la agrupación republicana en lugar de ir al casino del pueblo, si te ponías enfermo acudías a la consulta del médico republicano y por supuesto, el pelo te lo arreglaba tu peluquero republicano.

No hace mucho oí a un amigo, refiriéndose a una tercera persona: “ese es de los nuestros” y sin saber porqué comencé a notar una cierta intranquilidad en el estómago. ¿Nuestra manera de pensar nos incluye en un grupo que necesariamente ha de estar en contra del otro?.
¿Hemos llegado en España a una situación semejante a la del final de la república?. Tengo la impresión de que sí, desde la política municipal a la estatal es difícil encontrar a alguien que anteponga el bien general por encima del beneficio particular o de partido.
En un mundo material y tomado por la mediocridad son los marrulleros, picajosos, querulantes, especuladores y demás tropa inmunda l@s que se dedican a “hacer política”. De forma que sus disputas, los “y tu más”, “te vas a enterar”, “tirar de mantas”, mentir por sistema, zancadillas, echar manos al cuello y demás “técnicas de alta política” han hecho que olvidemos lo que realmente es política. Utilizados por los partidos, lanzados a incomprensibles manifestaciones, envueltos en refriegas, finalmente los ciudadanos acabamos por desistir y dejar “la política” para ellos. Poco importa: la abstención sólo preocupa dos minutos en la resaca electoral y de nuevo a la carga.
Es en las pequeñas poblaciones donde se nota especialmente el fenómeno. Cualquiera podría pensar que la primera preocupación de un alcalde y su gobierno municipal habría de ser la convivencia de sus conciudadanos ya que son las personas el capital primordial de una colectividad. Son excepcionales (no conozco ninguno) los lugares donde eso ocurre. Incluso en pequeñas aldeas, lo vimos en Fago, existen dos grupos enconadamente enfrentados. La energía de sus gentes se utiliza para afianzar su superioridad aunque sea a expensas de perjudicar a los otros. Complicadas y difíciles negociaciones entre los partidos (bandos) consiguen dejar a medio pueblo sin representación.
El enrarecimiento de la convivencia lleva en ocasiones a vivos enfrentamientos personales que ahondan cicatrices antiguas y abren otras nuevas. Y en el trasfondo, a río revuelto, lo que siempre va adelante es la urbanización de la tierra hasta construir el último palmo de tierra disponible.
Algunos, pocos, participamos en estructuras sociales horizontales: entidades deportivas, culturales, asociaciones de padres, plataformas vecinales,... y somos capaces de integrar a personas con diferentes formas de pensar. ¿Podremos mantener la luz de la convivencia por mucho tiempo?, espero que sí.
Salud.

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