Bachiana brasileira no. 5. Heitor Villalobos

Era nochevieja de hace bastantes años (el 86 u 87) la cena había sido escasa y esperaba, tumbado en el sofá, a que se hiciera la hora de salir de fiesta. Vivía solo en aquel minipiso de la calle Corona de Aragón y tras una leve estirada para mejorar, si eso era posible, mi ya cómoda postura presté atención a lo que decía la radio. Fin de año, momento para que todos los medios de comunicación hagan balances múltiples, del año que acaba, del siglo, del gobierno, de nuestras vidas… En aquel programa decidieron llamar a diferentes famosos para que dijesen cuál era la canción de su vida. No sé quien fue el que recomendó la bachiana núm. 5, pero el punteado de 8 violonchelos se hizo hueco en la habitación y fue entonces cuando comenzó aquella voz a discurrir suave, con un punto de pereza y calor. La calidez se sentía como un suave masaje en la espalda, la respiración se volvió lenta y fluida, nada existía salvo aquella voz. Ya no escuché nada más, media hora depués me di cuenta de que iba a llegar tarde y salí a la calle. Pocas veces una música había producido en mí una emoción tan intensa. 

La siguiente semana salí en busca del disco y me encontré con que había de hacer toda una inversión ya que las bachianas venían en triple CD: Barbara Hendricks y la Royal Philharmonic Orchestra dirigida por Enrique Bátiz: un auténtico lujo de versión. No he escuchado ninguna mejor.

Al leer sobre Villa-Lobos recordé su música para guitarra con la que, en mis años jóvenes, había peleado. Especialmente con el estudio número 2: arpegio duro de pelar que suena fatal a velocidad de estudiante y cuando lo oyes tocado por un maestro todas las disonancias producidas por el repetido sonar de la primera cuerda se transforman en un campanilleo precioso. Creo que la mejor versión de este estudio es la de Narciso Yepes cuando todavía tocaba la guitarra de 6 cuerdas (lo tengo en vinilo).

Heitor Villalobos nació en Río de Janeiro en 1887. Desde la infancia estudió el violonchelo, por ese motivo este instrumento está tan presente en su música. Su figura, para mi, es la personificación del optimismo y el buen vivir: son bastantes las fotos en las que se está fumando un impresionante puro o bebiendo una generosa copa de licor. Sin poder comentar detalles técnicos por mi ignorancia lo único que puedo decir es que su música está pegada al suelo y a las personas de su querido Brasil. Su admiración por el maestro, JS Bach, es el origen de las “bachianas”. Seguro que los expertos os podrán decir que hay de Bach en su obra, yo no soy capaz.

Me ha gustado esta versión de la bachiana núm. 5 en el youtube de Amel Brahim. (También está la versión de Barbara Hendricks pero con un montaje fotográfico que no pega ni con cola).


He de reconocer que la voz supera a la flauta pero esto tampoco está nada mal


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