La riera de la Vallalta


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Con las lluvias del invierno la riera de Vallalta vuelve a ser el río que fue, recordando cómo poco a poco sus aguas menguaron a la vez que lo hacían los bosques del Montnegre.

Durante semanas, a veces meses o días, renace el caudal, casi siempre calmo, discurriendo entre alamedas que unen pueblos llamados como él o como ella: de la Vallalta.

Inicia su camino hacia el mar en el alto de Collsacreu, como torrent de l’Aigua i es entre Ca l‘Oliver i Can Vallalta donde ya se le llama por su nombre; aguas abajo rodea Sant Iscle y llega al antiguo molino del que queda el edificio de piedra convertido desde hace años en restaurante: “El molí”. Sigue umbría acompañada de la carretera hasta llegar a Sant Cebrià. Hay quien dice que el actual pueblo era una enorme laguna que desapareció bajo los sedimentos que produjo la tala de árboles a partir de la Edad Media.

Más abajo de Sant Cebrià el valle se abre y con mínimas pendientes se dirige hacia el mar.

Los de Sant Pol le cambian el nombre a la Vallalta y la hacen suya: es la riera de Sant Pol. Mil años antes, el Maresme apenas habitado era un tupido bosque y el mar entraba casi dos kilómetros formando un puerto natural, Can Roca era un desembarcadero ideal al abrigo de las inclemencias del tiempo.

Hay algunos lugares de la tierra que tienen alma, lo notas por una sensación, casi física, de calma y de paz. La riera de la Vallalta tiene la suya en esa pequeña alameda camino de Sant Iscle donde la carretera consigue enderezarse dejando entrar algunos rayos de sol incluso en invierno y con el puente, ya casi al final, que con el paso de los años ha adquirido un color verdoso. Cada día paso por ese sitio y cada día tengo este sentimiento renovado como si se tratara de la primera vez. El Montnegre tiene otro lugar mágico que es Sant Martí; la primera vez que fui lo sentí, también de inmediato, como cuando descubrí la ermita de El Run, cerca de Castejón de Sos en Huesca: fue mi primer descubrimiento. Entre paréntesis mencionar la riqueza natural de la sierra del Montnegre, algunos de cuyos paseos encontramos en el incipiente blog de eleBIKE50




Después de su recorrido intimista la riera llega al Mar donde los colores mediterráneos colorean el paisaje. En su fuerza juvenil se abre camino entre las arenas de la playa rompiendo la mordaza que los temporales de levante imponen en su desembocadura.


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