Calafatear, empieza la faena


Fuera el garbí hace que las olas se adornen de espuma blanca y que el pescador de la playa se proteja al abrigo de una pequeña defensa que ha clavado fuertemente en la arena. Los paseantes sujetan sus chaquetas de las que con un gesto instintivo cierran el cuello con una de sus manos.
Al abrigo, en el taller, se repasa con detalle la obra viva del costado de babor. Aprovechado que la madera esta seca, tras cinco años fuera del agua, se limpia cada junta para después ponerle estopa a golpe de cincel. Las líneas dibujadas con tiza van marcando la progresión de la tarea. Sigue la aplicación de minio que enseguida se hace omnipresente con su color naranja chillón. Al final no me he puesto los guantes de goma y tendré trabajo para dejar mis manos presentables.
Se trabaja con parsimonia y con atención para que nada escape a las manos del calafate.
La tarde declina, las conversaciones se adueñan ahora del tiempo, recogemos y mañana otra mano, enmasillar y cambiar la barca de banda... Ya intuimos al Massagran navegando pero el trabajo con esmero de cada una de sus maderas también es una actividad hermosa.
Bien, el lunes toca la banda de estribor...




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