Poco (o nada) que decir

Cuando vives, a poco que observes y reflexiones, aprendes. Además el tiempo te da una perspectiva que no tienes cuando eres niño o joven.

¿Hasta qué punto ese saber aprendido puede ayudar a otras personas? Yo creo que poco; cada uno ha de aprender de sus observaciones y reflexiones. Es por eso que lo que le podamos “aconsejar” no le va a servir de mucho.

Sí que podemos acompañar y escuchar, pero decir… poco. La probabilidad de que un consejo le sirva a alguien es la misma (como decía Balint) de acertar disparado a un conejo en medio de la noche.

Cuando aconsejas, no escuchas a la otra persona, impones tu idea "correcta". Además, es muy difícil evaluar todas las circunstancias individuales del universo personal al que le estás diciendo "qué es lo que tiene que hacer porque a ti te ha funcionado". Esta personalización del mensaje puede provocar ansiedad y frustración en la "aconsejada o aconsejado" sin aportarle nada de valor.

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Hace muchos años, un día, en una discusión (amistosa), me di cuenta que no tenía razón, estaba equivocado y acusé el golpe en esa seguridad que dan los veintipico. Al pasar unos días fui entendiendo que llevar la razón es una pesada carga. Saber que puedes no tenerla fue un descubrimiento relajante.

En el mundo de las redes sociales todo el mundo opina, hasta sobre hechos objetivos incontestables. Si una piedra pesa 5 kg no podemos opinar sobre si pesa cuatro y medio o seis; podremos pensar si es muy pesada o ligera, pero no sobre su peso objetivo. Y esto pasa cada día, los ejemplos son infinitos: terraplanistas, negacionistas del cambio climático o de la violencia machista, chemitrails, sanadores con lejía… Es verdad que detrás de muchas de estas ideas, alguna listilla o listillo te intenta vender algo.

Josep Pla decía que describir es difícil y opinar muy fácil, por eso hay tanta opinión y tan poca descripción. Por cierto, las descripciones de Josep Pla son una auténtica maravilla.

La paradoja es que en el mundo de la opinión ha muerto el diálogo. Somos opinadores sordos que aportamos nuestras verdades sin escuchar. Esto invade también el terreno, que habría de ser sagrado, de la política. Quizás no sea la causa sino la consecuencia de todas las políticas sordas y engreídas. Cuando ves esos espectáculos lamentables (en este momento estamos en campaña de las generales del 23J) te das cuenta que no se debaten modelos de sociedad sino intereses muy particulares.

Voy a dejarlo aquí porque he de reflexionar sobre mi voto del domingo. Y no, no voy a hacer caso de todos esos que saben lo que yo tendría que votar.


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