Gran Torino. Clint Eastwood en esencia
Hoy, con menos resistencia, nos hemos ido a ver El Gran Torino. Al entrar en el cine me he encontrado con Manel que nos ha mirado con envidia ya que mientras nosotros íbamos a ver la de cliniswud el entraba a la pantera rosa dos con su hijo más pequeño.
Clint Eastwood dice adiós a su carrera como actor en esta gran película en la que parece darnos un resumen de las claves de su trabajo a lo largo de su vida. Con guiños a sus papeles de Harri el sucio encontramos a un Clint Estwood, Walt en la película, que al envejecer destila sus grandes dotes de interpretar un personaje con el que rápidamente conectan emocionalmente los espectadores.
Es una película que hay que ver por lo que no comentaré mucho de ella para no robar nada a la experiencia de verla en el cine.
La película comienza en el funeral de su esposa y acaba… ¡ja!, ¡que no os lo pienso contar!
Es curiosa la descripción del barrio en el que ya casi no quedan americanos al ir llenándose de asiáticos.
Al encontrarme con las tradiciones de la etnia H’mong (creo que se escribe así) he sentido algo semejante a cuando recientemente leí “Cometas en el cielo”, libro en el que se describen elementos tradicionales afganos. Se trata de una añoranza personal de los valores culturales de una tradición que hemos dinamitado en nuestra actual sociedad occidental.
En este sentido oímos a Walt, un tradicional americano, reconocer entre dientes que estos “amarillos” tienen más en común con él que su propia familia. Gran concesión de su arraigada xenofobia.
Geniales los diálogos “de hombres” con su peluquero italiano.
Es obligado mencionar el expléndido doblaje de Constantino Romero al que no se le ha pasado ni el menor de los gruñidos del protagonista.
Mis hijos han coincidido conmigo en que es una película que te emociona. Te hace reír y llorar, todo desde dentro.
Para acabar he encontrado esta foto de un Ford Gran Torino, aunque no es del mismo color que el de la peli.
Que la disfrutéis.
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